viernes, 26 de septiembre de 2014

La verdad es concreta


Es frecuente escuchar argumentos que sostienen que no existe una sola verdad sino muchas verdades o, más exactamente, la verdad que cada cual quiere ver. Este relativismo confuso y utilitario encubre una total falta de compromiso por parte de quienes así se manifiestan, siquiera en la búsqueda de esa verdad particular y exclusiva que, al parecer, todos acuñamos según nos interesa. En realidad, al hablar de "mi verdad, tu verdad" se está renunciando al esfuerzo sincero por hallar una solución que puede no complacernos, no ser de nuestro gusto. De ahí que elijamos el dudoso consuelo de lo conocido frente a lo desconocido. Es indudable que la verdad a menudo estropea una frase ingeniosa, combate tópicos, derriba prejuicios y, sobre todo, requiere una atención constante, de ahí que tantas veces nos resulte molesta. Mejor nos conformamos con la verdad doméstica que nos han fabricado a la medida de nuestras necesidades sin consultarnos siquiera. Lagunas del sentido común donde lo mismo da hablar de religión que de trascendencia, de ideologías que de justicia, de medioambiente que de supervivencia, pues todo es relativo y depende "del cristal con que se mira". El relativismo es el cáncer de la inteligencia, esa dádiva fatigosa que, tal como pedía Juan Ramón, puede ofrecernos el nombre exacto de las cosas. Así la defendió y persiguió toda su vida el poeta y dramaturgo alemán Bertolt Brecht. En uno de los pilares que sostenía el cuarto donde trabajaba, escribió: "La verdad es concreta". Al lado, junto a la ventana, un burrito de madera tenía colgado un letrero donde el poeta había escrito: "También yo debo entender". Pocos meses después los nazis invadieron la casa destruyendo la habitación, el pilar y el burrito. Todo lo arrasaron menos la memoria, la razón y la verdad, que hoy siguen intactas como el primer día.

miércoles, 3 de septiembre de 2014

Pedagogía

Tu cabeza está llena de bicicletas blancas
Pablo Guerrero


Esta mañana, al finalizar el recorrido del Día de la Bicicleta, se han rifado algunos regalos entre los participantes. Micrófono en mano, el tozudo animador iba presentando los premios al tiempo que una niña, la mano inocente indispensable en cualquier evento público, extraía las papeletas con los números. Cada vez que el regalo era un Ipod, unos altavoces o un equipo de sonido, el animador lo presentaba como un regalo "para los niños", mientras que cuando se trataba de una bicicleta blanca o rosa el regalo era "para las niñas". Y ahí me veía yo con mi bicicleta blanca, mi casco fucsia y mi botella de agua color violeta. Es la incesante pedagogía del patriarcado, que establece sus roles y ahuyenta la libertad individual. Adoctrinados sin saberlo, los agraciados y las agraciadas recogían sus premios.




Una vez más

¿Para qué sirve la poesía? ¿Qué utilidad pueden tener unos versos en esta época de disfraces y emperadores? Una vez más es la poesía quien acude en mi ayuda:


CONTRA EL TIRANO

Escribió un libro entero contra el tirano.
Quinientas páginas de epigramas hirientes y prosa ácida,
Inflamada por el más noble afán de justicia.

Documentó sus crímenes atroces,
Su poder tenebroso, su corrupción
Y el final desamparo de todo autócrata.

Esperó la condena a muerte,
La tortura, la cárcel o el destierro.
Pero al tirano le fascinó la invectiva.
Nada la agradó tanto como el revés de la trama.
Leyó bajo tanto odio la admiración,
En el tono indignado la voz de un cómplice.

Y lo nombró su secretario perpetuo
Y el redactor de sus edictos monstruosos.

José Emilio Pacheco, Como la lluvia, (2009)

Abrazo en la sombra

Bajo las sombras del día tu piel yace cubierta por la sal del verano. Alejado de todos, buscas al amigo que dispute al tiempo unas horas de vibrante armonía. Cuando por fin lo encuentras, lo reconoces de inmediato:

“Guárdate –me dijiste- de los que nunca se cansan y abusan de las explicaciones. Son capaces de disecar una flor para deconstruir su perfume, de explicarle a un enamorado que los besos transmiten infecciones. Capaces de condenarte por una metáfora y por dejar que la imaginación sea libre. Para ellos, la belleza es un insulto, la verdadera poesía cívica ha de ser fea, y esa ausencia tuya de ahora tal vez les prive… ¡de razones para vivir!”

De repente calla el amigo a tu lado y cierras el libro donde aún centellean sus palabras. Desde la contraportada te abraza la solidaria cadencia de su nombre:
“Mahmud Darwix, nacido el 13 de marzo de 1941 en Birwa, aldea cercana a Acre, en la Palestina del mandato británico. (…) Considerado un referente fundamental en la poesía árabe del siglo XX, es el poeta árabe más leído y traducido…”. No te fíes de las solapas -te susurra, cómplice- es fácil exagerar. Sonríes. Vas a decirle que no, que en su caso está más que justificado... pero caes en la cuenta de que estás solo, completamente solo y perdido como una piel cubierta por la sal del verano. Vuelves la mirada al libro: “Falleció en Houston (EEUU) el 9 de agosto de 2008”.


Puestos por la vida

Leyendo esta noticia me ha dado por pensar en lo "muy puestos" que vamos todos a diario. Quien más y quien menos atraviesa una depresión (con sus dosis de ansiolíticos), padece algún trastorno (con sus lecturas de autoyuda), sufre por el medioambiente (con sus berreas nocturnas) o directamente pasa hambre (aquí chitón). Luego están las fobias: a los toros, a los espacios cerrados o abiertos, a los concejales de cultura... y las adicciones: melómanos, reggettoneros, cantantes de karaoke y tunos. Por no hablar de las nuevas adicciones: gente wasapeando mientras camina (y al revés), púberes sin más consuelo que una videoconsola, abueletes enganchados a la canción del verano... Todos y todas, sin excepción, vamos "puestos" por la vida, prendidos de alguna dependencia. 

Y de repente he sentido una dulce nostalgia del borracho, del yonqui, del pirao... y sus graves trastornos fiablemente descritos. 

Siglo XXI

Almacenar más música de la que podremos escuchar nunca y más libros de los que leeremos jamás. Esta es nuestra condena en el siglo de la abundancia: a la ignorancia por el exceso.

Lección de ciudadanía

¿Qué es eso de la "ciudadanía"? Aprendamos la lección que nos da esta niña de diez años de edad. Guarden silencio las mentes adultas.


Si tú eres yo...

Si tú eres yo y yo soy tú, oh
compañero, tenemos una cita aplazada
con la mitología. ¿Qué camino tomamos?
Dijiste: El camino es nuestro modo de hablar del mañana.
Te dije: el viaje ya ha empezado.
Dijiste: ¿Cuántas veces me dirás el viaje ya ha empezado?
Dije: Ningún mañana permanece en su estado.
Dijiste: pero es que el mañana aún no es.
Dije: Pasó, en algún momento, junto a nosotros, y nosotros junto a él, sin darnos cuenta.
Dijiste: ¿Cuántas veces me dirás: El viaje ya ha empezado?
Dije: en tanto el poema esté incompleto.


Mahmud Darwix, En presencia de la ausencia (Pre-textos)